martes, 2 de febrero de 2010

¿CARO EL CAFE?

En alguna ocasión todavía me siento «chigrero» (tabernero para los que no entienden esta lengua que sólo reconoce oficialmente la república portuguesa). El otro día en mi casa oí una conversación de unos turistas residentes en la capital del Reino que se quejaban de lo caro que les habían cobrado el café cortado en «una tasca de pueblo».

Por cierto, les cobraron un euro por el café. En su ciudad este producto, casi siempre de bastante peor calidad, no baja de 1,20, pues estos aprendices de economistas tendrían que saber que mi colega de pueblo tiene la misma carga fiscal y laboral que su colega de la Gran Vía.

Pero lo que este cliente corto de mente no pensó es lo que le incluía este euro del café. No se percató de que por ese módico importe le incluyeron la lectura de un periódico regional, otro de deporte, calefacción o aire acondicionado, en caso de calor, uso de los servicios con papel higiénico, jabón de manos, toallas de papel o secador de aire caliente, pudo ver la televisión o escuchar un hilo musical, sin percatarse de que el hostelero tiene que pagar una cuota injusta y abusiva por parte de la SAGE de unos 50 euros al mes como mínimo, para que pueda este cliente oír música de fondo o simplemente su informativo preferido, el uso de servilletas de papel, la disponibilidad de palillos higiénicamente autorizados con su funda de papel individual, sin olvidar quizá lo más importante, la conversación ofrecida por mi colega o el aguante de éste al escuchar los comentarios del cliente, los sobres de azúcar o de edulcorante a discreción, las gotas de brandy o orujo, el vaso con hielo por si lo toma frío, el vaso de agua para después poder refrescarse la boca, la galleta dulce en verano o el bombón o caramelo en invierno. Si después de todo esto el café a un euro le parece caro a alguien, que no salga de casa.

4 comentarios:

  1. Querido Paulino,

    está claro, que la mente humana tiene plasticidad, pero también limitaciones. Comparto tu opinión, pero se te olvida indicar una cosa que para mí es muy importante, y que también va incluido en ese euro, el ambiente, el aire que se respira en la "tasca de pueblo", donde se siente un calor humano, donde no eres un cliente más, sino un CLIENTE, donde podrás encontrar conversación con personas que no conoces, y aún así te tratan como si fueras vecino de toda la vida...
    Ese ambiente hay que vivirlo y sentirlo y es una pena, que personas que viajan e intentan conocer sitios nuevos y diferentes, solo se fijen en el valor monetario de un café, que estoy segura, porque lo he vivido, que todos los que toman en su "ciudad", en "maravillosos" cafés, fríos y sin vida, son mucho más caros, aunque te inviten.
    Un gran abrazo.

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  2. Genial como siempre, ánimo y sigue escribiendo en el blog. Una reflexión cotidiana sobre lo que conlleva un café pero con una gran universalidad sociológica detrás: un cliente que vive en un medio social deshumanizado, individualista con carencia de muchos valores; la nueva era del vacío como afirma Gilles Lipovetsky...un abrazo

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  3. Ánimo con el blog, ciudadano.
    Tu sais bien que le silence peut toujours nous tuer...
    Je t´embrasse, mon frère,

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